En el pasado reciente las desigualdades sociales han ido en aumento, tanto entre países y regiones como en el seno de las sociedades individuales. Mientras “la tierra plana” (Thomas Friedman) ahora abarca Shanghái, Johannesburgo, São Paulo y Bangalore, también se ha extendido el “planeta de ciudades miseria” (Mike Davis), en el que regiones y sectores enteros de la sociedad no se benefician en absoluto de los avances de prosperidad. La crisis global ha reforzado esta evolución en los últimos años. La mayoría de las sociedades aún no ha superado las consecuencias de la crisis, mientras que las tensiones sociales están agravándose en todo el mundo. Una de las tareas clave del futuro será el desarrollo y la implementación de políticas capaces de reducir las desigualdades sociales y las enormes diferencias entre ricos y pobres, no solo con respecto a los ingresos y el bienestar, sino también a las diferentes dimensiones del trabajo y la vida en general.