El Primero de Mayo, trabajadores y trabajadoras de todo el mundo celebran más de 150 años de acción colectiva a través de sus sindicatos, forjando vidas seguras y sostenibles y haciendo realidad la justicia social.
Es también una jornada para reflexionar sobre los enormes retos a los que se enfrentan las personas y el planeta, retos que solo pueden superarse con un movimiento sindical dinámico en el centro de la economía y de la sociedad, y con un nuevo contrato social para construir un futuro justo y sostenible para todos.
Sin embargo, decenas de millones de personas se enfrentan directamente a las brutales realidades de los conflictos armados, en particular la invasión rusa de Ucrania. El multilateralismo y los instrumentos y procesos vitales destinados a garantizar la paz y la seguridad común se encuentran sometidos a una amenaza existencial. El mundo se enfrenta a las crisis convergentes de la desigualdad masiva, el cambio climático, la erosión de la democracia, las amenazas a la sanidad pública y la perspectiva de que las tecnologías no reguladas exacerben la división y la exclusión.
Solidaridad, paz, igualdad
Siendo la mayor fuerza democrática organizada del mundo, el movimiento sindical mundial resulta indispensable para superar estos retos y trabajar por la paz. Reforzar la solidaridad en tiempos de crisis es esencial para crear un mundo más justo y más humano.
El camino hacia ese mundo –y una base fundamental para la paz– es el Nuevo Contrato Social. No faltan recursos, falta voluntad política para superar la oligarquía, reformar la fiscalidad e invertir en servicios públicos y en un futuro sostenible.
A través de la acción sindical podemos efectivamente generar la responsabilidad democrática necesaria para remodelar la economía mundial. Esto significa adoptar medidas en materia de:
- Puestos de trabajo, para alcanzar el pleno empleo mediante la creación de 575 millones de puestos de trabajo en todo el mundo a través de la inversión en cuidados, empleos verdes e infraestructuras y la formalización del empleo en el sector informal.
- Subidas salariales, con salarios mínimos dignos para revertir décadas de declive en la proporción de prosperidad que corresponde a los trabajadores y las trabajadoras y para garantizar una vida digna para todos y revitalizar las economías.
- Derechos, para garantizar los derechos de organización y negociación de los trabajadores, velar por un trabajo seguro y saludable, proteger contra la discriminación, el trabajo forzoso y el trabajo infantil y construir un mundo sostenible por medio de una transición justa.
- Igualdad, para garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres y luchar contra el racismo y la homofobia.
- Protección social, para invertir en la cobertura de las tres cuartas partes de la población mundial a la que se niega total o parcialmente este derecho humano básico, empezando por un fondo mundial de protección social.
- Inclusión, para eliminar el marco colonial estructural de los sistemas financieros y comerciales del mundo que niegan la prosperidad a miles de millones de personas.
Los sindicatos de todo el mundo están tomando medidas para hacer frente a la crisis del coste de la vida. Como respuesta, en lugar de participar positivamente en el diálogo social, muchos gobiernos están restringiendo aún más el derecho fundamental a la huelga. Nosotros seguiremos defendiendo el derecho a movilizarnos para garantizar un trabajo decente y conseguir justicia y libertad.
Al recordar las grandes luchas libradas y ganadas por las trabajadoras y los trabajadores durante tantas décadas, nos comprometemos nuevamente a reforzar el poder de los trabajadores mediante la organización y el ejercicio de ese poder para construir un mundo basado en la equidad, la solidaridad, la democracia y el respeto mutuo.
Los sueños y las aspiraciones de los sindicatos en el pasado se han hecho realidad a través de la acción colectiva, y es hora de que la generación actual convierta en realidad la aspiración de un mundo que dé prioridad a las personas.