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India

La guerra de Ucrania no para: consecuencias para la India. Por el Prof. Dr. D.K. Giri

Publicado el 21 de junio en Brighter Kashmir

 

La guerra en Ucrania no para. No hay indicios de un alto el fuego ni de la conclusión de esta guerra mortal y devastadora. Sin embargo, hay graves repercusiones de la guerra en el mundo, incluida la India. Es muy importante mitigar esas repercusiones y tener en cuenta el desarrollo de los escenarios políticos y estratégicos en todo el mundo. He aquí un intento de discernirlas y afrontarlas.

Una de las consecuencias previsibles es la escasez de alimentos, que puede provocar hambrunas y el consiguiente malestar social y político. Ucrania ha sido un “tazón de grano” del mundo. La producción de grano alimentario se ha visto interrumpida y el suministro de las existencias disponibles se ve interrumpido por la guerra. Muchos países están sintiendo el pellizco de la inflación y se enfrentan a la escasez de combustible y alimentos, lo que provoca malestar social e inestabilidad política.

Nuestro vecino inmediato, Sri Lanka, es un ejemplo de ello. Aunque los recientes problemas de Sri Lanka pueden atribuirse a la mala gestión política de un enfoque mayoritario-partidista defectuoso, no se puede descartar el impacto de la guerra. Colombo se ha declarado dispuesto a comprar petróleo a Rusia a pesar de las sanciones impuestas por las potencias occidentales. Incluso los países europeos podrían entrar en recesión. India ha conseguido comprar algo de petróleo a Rusia, pero las transacciones bilaterales entre India y Rusia podrían no mantenerse durante mucho tiempo, ya que la rivalidad entre Occidente y Rusia se agudiza.

Los países occidentales, que fueron los que construyeron su economía, rechazan cada vez más a China. Pekín está en connivencia con Moscú, ya que compite con Occidente, principalmente con Estados Unidos, por el espacio de liderazgo en la política mundial. De ahí que haya planes para crear cadenas de suministro alternativas. India podría desempeñar un papel importante en este sentido debido a su población, que se encuentra al lado de China, que podría constituir el centro de fabricación mundial y un mercado si se crea un contexto propicio.

Al parecer, se está reestructurando la actual cadena de suministro pivotada por China. Como se ha dicho, India podría ser un eslabón importante en una nueva cadena de suministro, pero no de forma automática. Otros países como Corea del Sur, Taiwán e Indonesia están a la espera. India tiene que reajustar sus prioridades si quiere reestructurar la cadena de suministro y formar parte de ella.

El otro escenario podría ser que Rusia, en su desesperación, extienda su apoyo e intervención armada a Georgia, Libia, Siria, Moldavia y otros puntos conflictivos similares. Moscú tiene que hacer sentir su presencia flexionando sus músculos militares. Aparte de otras razones para la guerra, mostrar el poderío militar fue uno de los motores para que Putin invadiera Ucrania.

En términos económicos, Rusia desempeñará forzosamente un papel de socio menor de China. Ante las sanciones de Occidente, la dependencia de Moscú de Pekín para el comercio y la inversión aumentará. La otra posibilidad contraria podría ser que China se distancie de Rusia, el Estado paria, y construya en cambio su alianza con otros países. Sin embargo, es poco probable, ya que China quiere a Rusia como aliado estratégico y mercado para la inversión.

Las democracias occidentales y los aliados de la OTAN han cerrado filas, gracias a la guerra de Ucrania. Países como Alemania y Francia, que seguían sus propias políticas comerciales y exteriores, se han acercado notablemente al bloque liderado por Estados Unidos. Es un secreto a voces que los países europeos occidentales seguían sin hacer ruido con China y Rusia en materia de comercio e inversiones. Sólo se alarmaron recientemente cuando Pekín abrió sus colmillos militares para morder los territorios de otros países -India, Filipinas, Japón, Taiwán y otros- y su aliado Rusia invadió Ucrania.

La guerra actual es un ataque preventivo de Rusia contra la alianza militar de la OTAN y la Unión Europea, el colectivo político y económico de Europa. La provocación consistió en que tanto la OTAN como la Unión Europea estaban atrayendo a Ucrania a su redil. Pekín ha contribuido a esta agresión poniéndose diplomáticamente del lado de Moscú.

Occidente ha caracterizado la competencia emergente con China como una confrontación sistémica. Occidente representa el “club de la democracia”, mientras que Rusia y China se rigen por la autocracia. Otra cosa es que occidente no haya previsto el riesgo de crear el Frankenstein económico de China. El monstruo parece haber escapado y ha empezado a atacar a sus creadores.

Desde el punto de vista normativo, las democracias tienen un mayor atractivo, ya que prometen libertad, capacidad de elección y derechos humanos, etc., pero lo que arroja confusión es el fracaso de las democracias a la hora de cumplir con lo prometido en casa, las democracias asiáticas, incluida India, y en el extranjero, las propias democracias occidentales. Ucrania es un ejemplo de esta última tendencia, ya que Occidente no ha podido evitar la guerra, habiéndola provocado con sus abiertas propuestas de adhesión a la OTAN y a la Unión Europea. La invitación a unirse a la UE ha sido repetida en medio de la guerra por la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen.

Por lo tanto, es una incógnita si los países seguirán el modelo de capitalismo de Estado personificado por China. Si la fuerza económica se define en términos de crecimiento que lleva al poder militar y a la fuerza diplomática, muchos países pueden preferir ese camino. Las democracias occidentales corren realmente el peligro de perder su ventaja moral-política al no proteger la libertad y la soberanía de otros países, principalmente sus aliados potenciales o reales.

Con toda probabilidad, Taiwán puede ser la próxima víctima de la agresión de China. Estados Unidos ha declarado defender militarmente a Taiwán. El resultado de la guerra de Ucrania determinará en gran medida el futuro estratégico de Taiwán. Y es que la guerra de Ucrania, según la percepción pública, es una guerra por delegación entre Rusia y Occidente. Así que si Rusia se apodera de Ucrania o la convierte en un protectorado, Occidente pierde la batalla. Los expertos occidentales ya están comentando que Rusia puede ganar la guerra pero que la ha perdido estratégicamente. Tales comentarios están aún por validar, ya que las sanciones aún no han dañado profundamente a Rusia. Cualquier otra victoria estratégica de Occidente no es evidente hasta ahora.

El escenario geopolítico que puede surgir tras la guerra es el impulso para recuperar el orden mundial bipolar. China, respaldada por Rusia, querría reemplazar a Estados Unidos como potencia mundial número uno. Sin embargo, Pekín querrá un mundo bipolar con liderazgo e influencia compartidos entre ella y Washington.

Es importante recordar que el orden mundial cambia, la historia se repite, aunque en formas diferentes. Fuimos testigos de un tipo de orden mundial dominado por Alemania de 1914 a 46; del 46 al 91, un mundo bipolar liderado por EEUU y la Unión Soviética, desde 1991 un mundo unipolar liderado por EEUU. La próxima fase será un mundo multipolar, bipolar o la continuación de la hegemonía estadounidense si las potencias occidentales consiguen desintegrar a China, como hicieron con la Unión Soviética en 1991.

India ha estado abogando por un mundo multipolar, un escenario que no está respaldado por la historia. Incluso el interés nacional de India parece complicado. Nueva Delhi continúa su inviable coqueteo con la autonomía estratégica, un eufemismo para el obsoleto concepto de no alineación. Además, India está adquiriendo una nueva nomenclatura denominada aliado híbrido, cooperando en algunas cuestiones y no cooperando en otras. Nueva Delhi forma parte de la Cuadrilateral, además de ser miembro de la OCS. Nueva Delhi quizás espera matizar la beligerancia de China mostrándose amistosa. El Hindi-Chini Bhai-Bhai (los indios y los chinos son hermanos) de Nehru y la “diplomacia de columpio y paseo” de Modi no han hecho mella en el apetito chino por los territorios indios.

Si Taiwán cae, India podría ser muy probablemente el próximo objetivo. ¿Tiene Nueva Delhi una estrategia preparada para tal eventualidad? Esperamos que sí, aunque no podamos verla.