El primer día en Lucerna se abrió con un sentido compartido de responsabilidad y determinación. Las participantes llegaron con la convicción de que el liderazgo feminista no se limita a ocupar espacios, sino a transformar agendas e instituciones. La sesión de apertura reafirmó que la igualdad debe defenderse activamente y que la democracia solo se renueva cuando la libertad, la representación y la solidaridad se sostienen de manera conjunta y concreta.
El primer panel abordó cómo el liderazgo feminista responde a la incertidumbre política y al avance de movimientos contrarios a los derechos. Desde distintas regiones se subrayó que la representación por sí sola no es suficiente: las mujeres necesitan seguridad, recursos y capacidad real de decisión para transformar las instituciones. La discusión vinculó las movilizaciones históricas con las luchas actuales por la justicia del cuidado, el trabajo digno y una participación política genuina.
Por la tarde, el encuentro en el Ayuntamiento de Lucerna ofreció un espacio de reflexión y camaradería. Las conversaciones giraron en torno a cómo sostener la organización colectiva en contextos de retrocesos y polarización. El día concluyó con una convicción reforzada: el liderazgo feminista se fortalece a través del aprendizaje mutuo, la solidaridad internacional y la construcción constante de alianzas que perduran.








































































