Adoptada durante la reunión de la Junta Directiva de la Alianza Progresista (29 de junio de 2023, Bruselas)
El mundo se enfrenta a cambios sin precedentes, cambios de época en la historia de la humanidad caracterizados por crisis persistentes en la economía, la sociedad y la política. Nuestro mundo se enfrenta ahora a múltiples crisis que están poniendo a prueba la viabilidad de las instituciones existentes y el entendimiento normativo de que la cooperación mundial mejorará la vida de miles de millones de personas.
Nos enfrentamos a una crisis internacional y regional de seguridad. Hace ahora un año que Rusia invadió Ucrania. Mientras que la guerra de Rusia contra Ucrania ha interrumpido las cadenas mundiales de suministro de productos agrícolas y energía en detrimento de las comunidades más pobres del mundo, hasta la fecha persisten más de 30 conflictos armados en distintos continentes. Estos conflictos sin resolver y, sobre todo, las recientes amenazas sobre el uso de armas nucleares ponen cada vez más a prueba los límites del actual orden internacional. Con la persistente incertidumbre sobre la cuestión de la paz sostenible, la seguridad internacional está en peligro de una manera sin precedentes desde la Guerra Fría.
La crisis climática se agrava. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático reveló que el impacto y los daños causados por el cambio climático están más extendidos y son más graves de lo esperado en todas las regiones del mundo. Estos cambios se acercan a un punto de no retorno y, si el mundo cruza ese umbral, las tremendas consecuencias recaerán sobre los más vulnerables y los que menos han contribuido al cambio climático.
Las secuelas de la pandemia de COVID han traído consigo una era de mayor inseguridad. La inflación, la inseguridad económica y la amenaza de pandemias se ciernen sobre la población mundial, provocando una sensación general de precariedad. La brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado,
y la riqueza combinada de los multimillonarios más ricos ha alcanzado niveles sin precedentes. La desigualdad dentro de los países y entre ellos se ha visto exacerbada por los efectos de la pandemia. Esto ha vuelto a poner en tela de juicio la organización del orden económico actual.
También estamos asistiendo a un preocupante fenómeno de declive democrático, como el que experimentan muchos países de todo el mundo. El número de países que experimentan un declive general fue el más alto en 17 años . Este declive democrático se caracteriza por los ataques a la libertad de los medios de comunicación y la libertad de expresión, las elecciones democráticas, la corrupción y la manipulación de las instituciones políticas por parte de titulares autoritarios.
En el ámbito del avance de la justicia de género, no estamos alcanzando nuestros objetivos. El reciente Informe de Progreso sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible: “The Gender Snapshot 2022” indica que no vamos por buen camino para alcanzar los objetivos de igualdad de género. Los derechos de salud sexual y reproductiva de las mujeres están siendo vulnerados y la violencia contra ellas sigue siendo elevada. Estas tendencias corren el riesgo de obstaculizar nuestros objetivos generales de crear equidad en nuestras sociedades e igualdad de género.
Nos enfrentamos a un momento decisivo en la historia internacional”. Aunque esta afirmación se hace a raíz de la invasión rusa de Ucrania y en referencia a ella, no cabe duda de que es válida para las múltiples crisis a las que nos enfrentamos. Es la culminación de tendencias mundiales que se han puesto en marcha desde hace mucho tiempo y que deben abordarse de inmediato. Se están produciendo cambios radicales y nuestras sociedades se enfrentan a trastornos que debemos abordar. La socialdemocracia tiene la experiencia y las herramientas para hacerlo.
Hemos visto a la gran familia de socialdemócratas y socialistas de la Alianza Progresista y a los movimientos de izquierda triunfar con la elección de gobiernos de izquierda en América Latina, especialmente en Colombia, Brasil, Chile y Bolivia, entre otros. Los partidos miembros y los líderes en Europa están en posiciones clave para fortalecer y unificar la Unión Europea. Nuestros partidos miembros en diferentes continentes están mostrando formas progresistas de gobernar y trabajan activamente en las bases y con la sociedad civil organizada. Estos avances políticos ofrecen oportunidades significativas para el movimiento socialdemócrata mundial en términos de intercambio de conocimientos, ampliación de la solidaridad internacional y oferta de soluciones alternativas a los acuciantes problemas transfronterizos mundiales.
Ahora nos enfrentamos a una plétora de problemas sistémicos, tanto antiguos como nuevos. El capitalismo neoliberal está impulsando crisis de desigualdad, hambre, enfermedades y, al mismo
tiempo, empuja los elementos climáticos globales a su punto de inflexión. Estos viejos problemas han persistido y se han transmitido durante décadas debido a una acción política insuficiente. Los nuevos problemas y riesgos provocados por las rápidas transformaciones digitales sobre el empleo, la privacidad de los datos y la ciberseguridad, las tensiones emergentes sobre el suministro y la distribución de materias primas y el renovado uso de la fuerza en la política internacional han aflorado y son propios de los tiempos actuales. Muchos analistas también han señalado que los compromisos y las acciones de los Estados para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible se están quedando atrás para cumplir la meta de 2030. Dada la situación actual a nivel nacional, regional e internacional, se requiere un enfoque coordinado, coherente y preparado para el futuro para resolver los problemas de nuestro tiempo si los progresistas quieren cambiar las cosas en las próximas décadas.
Basándose en anteriores documentos de trabajo y resoluciones de la Alianza Progresista sobre la Agenda para un multilateralismo nuevo, justo e inclusivo, Democracias resilientes, y en las propuestas de nuestros partidos miembros, esta propuesta de programa internacional de la Alianza Progresista presentada por sus partidos miembros y líderes políticos es una reconstrucción y validación de sus respuestas programáticas a los retos comunes a los que se enfrenta el cambiante mundo actual. Da continuidad a nuestro trabajo como actores políticos estableciendo normas, identificando puntos de partida y puntos de referencia, estableciendo estrategias, prestando experiencia y compartiendo las mejores prácticas.
Nuestro análisis y nuestra perspectiva como socialdemócratas ven que estos problemas están entrelazados y requieren una acción decisiva en el presente para que las generaciones futuras no hereden los problemas que crean estas crisis. Las viejas formas y métodos de resolver los retos son ya insuficientes. Existen claras interconexiones en los problemas y soluciones de los cuatro pilares políticos que se van a debatir. Y hay implicaciones entrelazadas en las opciones y decisiones políticas que tomaremos en relación con estas cuestiones identificadas que pueden debilitar o reforzar a las demás. Por lo tanto, es necesario que nuestro programa internacional sea coherente y esté preparado para el futuro a fin de producir resultados sostenibles.
Evidentemente, la cuestión que se nos plantea a los socialdemócratas es la siguiente: ¿podemos reunir la voluntad y el coraje políticos, movilizar apoyos y producir resultados a partir de soluciones nuevas e innovadoras que propondremos para dar forma a un futuro progresista compartido por todos?
Nuestras tareas
En respuesta a los problemas persistentes y emergentes de nuestro tiempo, la Alianza Progresista debe ser capaz de proporcionar un análisis renovado de los problemas comunes de hoy a través de la lente
de sus partidos y figuras políticas miembros. Reconocemos que los problemas definitorios del siglo XXI -la desigualdad, el cambio climático, la brecha de la digitalización, la erosión democrática y el retorno de la guerra como instrumento de política exterior- requieren respuestas audaces, integrales y con visión de futuro. Nuestro programa con visión de futuro debe tener en cuenta los retos transformadores a los que se enfrentan los pueblos y el planeta y proponer políticas ambiciosas, realistas y viables sobre la promoción de la paz y la seguridad, la gobernanza económica, la sostenibilidad y una agenda democrática para transformar el siglo XXI.
La Alianza Progresista debe abrir la plataforma de diálogo que generará discurso y estrategias y construirá consenso entre sus miembros y aliados, incluidos los sindicatos y la sociedad civil. Nuestro objetivo es que, con una clara comprensión de las deficiencias estructurales, los errores del pasado y las motivaciones de los actores políticos, esta plataforma de diálogo formule soluciones e inicie acciones que puedan contribuir a impulsar nuestra agenda progresista a escala nacional, regional y mundial. Al esbozar los pilares políticos de la política progresista del siglo XXI -de principios, visionaria y realizable- no sólo reafirmamos nuestros valores básicos, sino que también adoptamos medidas concretas para una cooperación transnacional y transfronteriza de gran impacto entre los progresistas de todo el mundo.
Puntos clave iniciales para el debate
Paz y seguridad
Reconocemos que las consecuencias de largo alcance de la invasión rusa de Ucrania no sólo han desestabilizado los sistemas energéticos y alimentarios. La invasión rusa ha costado vidas, ha devastado comunidades y ha llevado la amenaza del uso de armas nucleares al centro de la geopolítica. Esta guerra ha precipitado una catástrofe humanitaria matando a cientos de miles de civiles y combatientes y creando una crisis alimentaria mundial que ha visto aumentar los precios de los alimentos y que está afectando a millones de personas, especialmente en el Sur Global. Esta invasión es una clara violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas. Esta violación del derecho internacional es aún más alarmante por el descaro con que la ha cometido nada menos que un miembro permanente del Consejo de Seguridad. Las soluciones a este conflicto y a otros que asolan el planeta son realmente complicadas y poco evidentes. Existen diferencias incluso dentro de la comunidad progresista sobre los enfoques y estrategias para resolver estos conflictos.
¿Cómo reconstruir el Consejo de Seguridad de la ONU y otros órganos de las Naciones Unidas para que refuercen los valores compartidos de su Carta y adopten medidas que repercutan en los miembros donde y cuando sea necesario?
¿Cómo reforzar los compromisos en materia de políticas de desarme y no proliferación?
¿Cómo promovemos y priorizamos una política exterior feminista entre nuestros países que impulse el avance de los intereses colectivos mediante la protección de los derechos de las mujeres y de las minorías de género, garantizando la igualdad de participación y representación de hombres y mujeres en los asuntos públicos, y dando prioridad a la diplomacia, la seguridad humana y el mantenimiento de la paz en los compromisos internacionales y la resolución de conflictos?
¿Cuál es nuestro enfoque para descolonizar las relaciones exteriores que salvaguarde la soberanía e invierta las relaciones de poder patriarcales, raciales e injustas?
Orden económico
La humanidad se enfrenta al acuciante reto de crear un orden económico viable basado en principios que permitan distribuir equitativamente entre todos los bienes económicos y los frutos de la actividad económica. Para ello es necesario aprovechar los avances tecnológicos actuales y reorientar la economía mundial. Si no se controla, el orden económico existente utilizará las nuevas tecnologías para su propia lógica económica, lo que conducirá a la exacerbación de la pobreza, el subdesarrollo y la marginación.
El auge de la inteligencia artificial y la digitalización de las industrias en nuestras sociedades no deben servir para sumir aún más a la clase trabajadora en la precariedad. Por el contrario, los avances tecnológicos deben servir para lograr un mayor empoderamiento económico, especialmente para los más marginados por el sistema económico neoliberal imperante.
Hay que cerrar la brecha de la digitalización y establecer regulaciones sobre la IA en las circunstancias de su vertiginoso desarrollo. Por lo tanto, debemos perseguir una mayor implicación social e insistir en la transparencia y las restricciones gubernamentales sobre las tecnologías en desarrollo para garantizar que no se monopolizan ni se convierten en herramientas para una mayor concentración de riqueza y poder. Debemos trabajar de forma proactiva para establecer salvaguardias contra los riesgos para el empleo y la privacidad.
Políticas como la garantía del empleo, regímenes fiscales nacionales y mundiales progresivos, regímenes de deuda mundial justos y un mayor acceso de la población al bienestar deberían ser objetivos claros de nuestra reestructuración económica progresiva. Dada la conexión del actual orden económico con otras crisis que estamos experimentando (climática, de derechos humanos, y de declive y retrocesos democráticos), debemos impulsar la viabilidad de uno opuesto: una economía que cumpla con los valores de los derechos humanos, la sostenibilidad y protección ecológicas, y la participación democrática.
La desigualdad y el subdesarrollo se mantienen y persisten debido a la globalización dirigida por las empresas, con paradigmas neoliberales que siguen afectando a las políticas de los bancos regionales de desarrollo y del grupo del Banco Mundial. Se ha producido una mayor concentración de la riqueza a pesar de las crisis económicas, sanitarias y sociales de los últimos años. La influencia desmesurada de las corporaciones y de las élites en la gestión y dirección de nuestra vida económica ha empujado el desarrollo humano al margen del crecimiento económico y nos ha llevado al límite de nuestras fronteras planetarias. Los socialdemócratas debemos impulsar la institucionalización de una gobernanza económica más justa y equitativa a escala nacional y mundial, en la que los agentes sociales participen activamente en la determinación del futuro de nuestras sociedades.
¿Cómo redefinir una política económica y de desarrollo progresista que aborde la creciente concentración de riqueza y las disparidades sociales?
¿Cómo dirigir el desarrollo de nuevas tecnologías como la IA y hacerlas accesibles a todos para que puedan utilizarse para responder a las carencias en educación, sanidad, empleo y otros problemas acuciantes? ¿Cómo regulamos estas tecnologías para transformarlas en un bien público y no en una herramienta de explotación?
¿Cómo podemos crear una política fiscal centrada en la política social preventiva y el pleno empleo bajo regímenes fiscales progresivos, así como un régimen de deuda internacional sostenible y justo? Concretamente, ¿cómo podemos liderar la creación de una estructura de impuestos de sociedades en todo el mundo?
¿Cómo hacemos valer eficazmente los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la participación democrática como normas y condiciones para el comercio y las cadenas de suministro?
Sostenibilidad
El neoliberalismo es una de las causas profundas de la crisis climática. Cualquier solución creíble y eficaz a la crisis climática debe abordar las raíces económicas de la crisis. El precio del retraso o de la inacción condenará a millones de personas más al desastre. Sin embargo, somos conscientes de que los cambios fundamentales de nuestra sociedad y economía afectarán negativamente a los medios de subsistencia de millones de personas que dependen de las actuales industrias y sistemas energéticos insostenibles especialmente en el Sur Global. Los que menos tienen corren el mayor riesgo. Las soluciones fundamentales que proponemos combinan la reorientación de nuestros sistemas económicos y energéticos hacia el crecimiento sostenible y la protección ecológica, donde los que más tienen proporcionan el impulso que otros pueden seguir en la mitigación y la adaptación. Nuestras acciones para una transición justa garantizan que las comunidades y los pueblos sean socios iguales en la consecución de un crecimiento equitativo y que las comunidades que dependen de industrias contaminantes y destructivas puedan adaptarse e integrarse en una economía sostenible.
Estamos convencidos de la Justicia Climática como marco para la seguridad energética y la transición justa y reafirmamos nuestro compromiso con el Acuerdo de París. A esta generación se le exigen resultados claros de las políticas acordadas. Estamos presionados para invertir nuestras finanzas, tecnologías y capital político para hacer realidad el Global Green New Deal.
¿Cómo reestructurar la economía mundial hacia el uso sostenible de los recursos naturales, la protección de la biodiversidad, la reducción de la contaminación, el cambio en los modelos de producción y consumo y la reducción general del impacto humano en los límites planetarios para alcanzar el objetivo mundial de cero emisiones netas en 2050?
¿Cómo potenciamos y complementamos los crecientes movimientos por la justicia climática, garantizamos la participación de las comunidades y los trabajadores marginados en el desarrollo mediante una transición justa y movilizamos el apoyo intergeneracional para lograr victorias concretas en la lucha contra la crisis climática?
¿Cómo garantizamos el éxito del histórico Fondo de Pérdidas y Daños conseguido en la COP27 para asegurar que los países desarrollados capitalizan el fondo para que las comunidades gravemente afectadas por la crisis climática puedan reconstruirse y recuperarse, como medida de justicia climática?
¿Cómo podemos promover eficazmente dentro del discurso de la gobernanza económica y la sostenibilidad un programa de Transición Ecológica Justa en medio de la creciente batalla por los recursos, a medida que éstos escasean y las personas se ven aún más desplazadas?
¿Cómo podemos crear mecanismos jurídicos internacionales que obliguen a las industrias extractivas y contaminantes y a las empresas a rendir cuentas por su papel en la crisis climática y dar seguimiento a la reciente resolución de la Asamblea General de la ONU que pide a la Corte Internacional de Justicia que aclare las obligaciones jurídicas de los países para hacer frente al cambio climático?
Democracia
Los socialdemócratas y las fuerzas progresistas se encuentran en una encrucijada entre un mayor retroceso de la democracia o una nueva ola de renovación democrática. Debe crearse un nuevo proyecto democrático transformador para hacer frente a los desafíos del autoritarismo y responder a las insuficiencias de la democracia liberal. Sólo cuando la democracia pueda garantizar las libertades individuales y la prosperidad colectiva podrá este nuevo proyecto democrático resistir los ataques de autócratas, demagogos y populistas. Debemos ser capaces de rearticular en esta época que sólo en democracia puede realizarse el progreso social y que sólo en democracia puede sostenerse la estabilidad.
Para que los demócratas puedan superar la polarización y combatir el extremismo político, especialmente la amenaza populista y de extrema derecha, es necesario que las instituciones democráticas puedan funcionar para responder a los problemas sociales y económicos que exacerban las incertidumbres que sufren los pueblos y sus comunidades. Al igual que en el caso de los Estados individuales, la legitimidad democrática de los instrumentos de gobernanza mundial y el orden basado en normas están siendo cuestionados por fuerzas antidemocráticas, lo que obstaculiza la colaboración necesaria y las respuestas urgentes a los problemas internacionales.
Hay que invertir las tendencias de declive democrático consecutivo. El secuestro de las reformas y normas democráticas es una amenaza para nuestra agenda de superación de crisis. Para que las democracias sean resistentes, debemos trabajar para que continúe la participación de la gente en los asuntos públicos. Las plataformas y mecanismos abiertos, transparentes y participativos permiten una reorientación del poder basada en la inclusión que debería cerrar la brecha entre las élites y los marginados dentro de los países, y entre la voz de los países desarrollados y en desarrollo en la escena internacional. Debemos promover el Estado de Derecho y la rendición de cuentas que salvaguarden las libertades y protejan el espacio cívico garantizando los derechos humanos, el acceso a la información y el acceso a la justicia.
¿Cómo armonizar las estrategias para reforzar la legitimidad política de las instituciones de gobernanza mundial? ¿Cuáles son las reformas que debemos introducir para fomentar la confianza y la cooperación?
Cómo reforzar nuestra labor de gobernanza mundial en el contexto de la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
¿Cómo reforzamos y acentuamos nuestra lucha contra la creciente ola de populismo y políticas de extrema derecha, especialmente en el contexto de la profundización de la desigualdad, la creciente amenaza del racismo y la xenofobia, así como la creciente fuerza de las estructuras autoritarias y la retórica populista?
¿Cuál es nuestro modelo de multilateralismo reforzado que muestre el camino para cumplir los objetivos que compartimos para la humanidad y el planeta?
¿Qué normas establecemos junto con los movimientos democráticos para que las democracias resistan las presiones autocráticas y eviten retrocesos en los avances democráticos?
¿Cómo gobernar las plataformas en línea y las redes sociales como espacios democráticos en los que las personas estén a salvo de la explotación de sus datos por parte de las empresas, de la desinformación y de la censura de los gobiernos?
Transformar el siglo XXI
Ya no cabe duda de que estamos asistiendo a la configuración de un mundo multipolar. La posición dominante de Estados Unidos en el mundo está siendo desafiada por potencias globales ascendentes. Las antiguas asociaciones estratégicas están sufriendo tensiones y se están formando nuevas alianzas regionales y mundiales. Es en este contexto dinámico en el que estamos viendo cómo fuerzas no democráticas aprovechan los nuevos espacios para su política propiciados por la aprensión y la desconfianza con el proyecto político de Occidente. Debemos vigilar que esta multipolaridad de fragmentación o polarización no se convierta en la norma mundial. Es fundamental que, a medida que este nuevo orden va tomando forma, los movimientos democráticos y progresistas también se comprometan activamente y construyan sus fuerzas y alianzas para perfilar su dirección hacia un futuro multilateral caracterizado por la cooperación en torno a valores internacionalmente aceptados y protegerse contra las nuevas amenazas a la seguridad mundial, la continua erosión de la confianza y la polarización, y la perspectiva aislacionista o nacionalista de los asuntos mundiales.
La complejidad de los problemas nos obliga a manejar con delicadeza las relaciones con fuerzas de distintos niveles. Ya es hora de que revisemos nuestros términos de compromiso con las democracias en declive, tracemos relaciones constructivas con las fuerzas políticas de las distintas regiones del mundo y respondamos a preguntas difíciles relacionadas con los acontecimientos en China, los BRICS y la región árabe y en torno a ellos. Debemos ser conscientes de que las potencias emergentes ofrecen alianzas alternativas a otros países y regiones.
Proponemos una cooperación democrática mundial equilibrada para el progreso, la estabilidad y la sostenibilidad, basada en la equidad, la confianza y la colaboración, y orientada a resolver los problemas que definen nuestro tiempo. Queremos que nuestra comunidad política de progresistas sea atractiva, fiable y establezca una asociación igualitaria en iniciativas internacionales concretas sobre la economía, el clima, la salud, la protección social, la paz y la democracia. Nuestras alternativas deben reflejar que el cambio no es sólo una aspiración, sino una realidad. Nuestras mejores prácticas deben dar fe de la viabilidad de nuestras ideas. Por tanto, tenemos que contribuir al liderazgo político y crear asociaciones estratégicas a escala mundial y en las distintas regiones. Como instituciones democráticas vitales, nuestros partidos políticos deben colaborar estrechamente para impulsar una agenda de transformación transfronteriza, interseccional e intergeneracional.
Aspiramos al consenso social para reducir las tensiones, reparar las fracturas sociales y, en última instancia, crear soluciones duraderas a los problemas de la sociedad. Nuestras respuestas colectivas, forjadas con amplios sectores de la sociedad representados por los sindicatos y la sociedad civil, no sólo deben ser adecuadas para el futuro, sino que también pueden repercutir inmediatamente en las necesidades del presente.
Nos basaremos en la solidaridad de nuestros partidos y pueblos con quienes trabajan sobre el terreno para combatir la desigualdad, el autoritarismo, la violencia y la exclusión. Al posicionarnos para influir con fuerza en la creación de alternativas, construimos un caso renovado para la democracia social global.
Mandato de la Dirección de la Alianza Progresista:
- La Alianza Progresista (AP) presentará las respuestas programáticas de sus partidos miembros y líderes políticos a los retos comunes a los que se enfrenta el cambiante mundo actual, basándose en su trabajo colectivo a lo largo de los años para establecer normas, identificar puntos de partida y puntos de referencia, trazar estrategias y compartir las mejores prácticas;
- El programa internacional de la AP abarcará los retos de transformación interconectados que requieren soluciones globales coordinadas, coherentes y preparadas para el futuro: la lucha contra la desigualdad, la acción contra el cambio climático, la lucha contra el populismo y la extrema derecha, la respuesta a la brecha digital, la inversión de la erosión democrática y la lucha contra el retorno de la guerra como instrumento de política exterior;
- El programa internacional de la AP propondrá políticas ambiciosas, realistas y viables para promover la gobernanza económica justa, la sostenibilidad, la agenda democrática, la paz y la seguridad, una política exterior y de desarrollo feminista y una cooperación mundial renovada;
- La AP abrirá plataformas de diálogo que generen discurso y construyan consenso entre sus miembros y aliados, incluidos los sindicatos y la sociedad civil, e iniciará la adopción de medidas concretas para una cooperación transfronteriza de impacto entre los progresistas de todo el mundo;
- La AP formará un grupo de trabajo, elaborará el plan de ejecución de este programa de política internacional, asignará recursos y llevará a cabo actividades para hacer realidad estos objetivos y que se presenten informes de progreso y finales al Comité Directivo.
- La AP se reforzará como plataforma global de cooperación y supervisará los esfuerzos de revitalización y expansión, especialmente en el Sur Global.