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Nuevo Presidente de Chile: Por qué Boric es una oportunidad para Europa. Por Conny Reuter, Alianza Progresista

Articulo publicado por Vorwärts el 18 Marzo 2022

Conny Reuter, Coordinador Global de la Allianza Progresista.

Gabriel Boric es el nuevo presidente de Chile. El joven de 36 años forma parte de una nueva generación que sigue los pasos de Salvador Allende y ofrece también una oportunidad para la socialdemocracia europea.

Para los marineros, la Estrella del Sur era la orientación para navegar por las difíciles aguas del hemisferio sur. En América Latina, la llegada del nuevo gobierno de Gabriel Boric plantea la cuestión de los trastornos y transformaciones que puede desencadenar no sólo en Chile sino en toda América Latina.

De la extrema izquierda al centro

El viernes pasado, el recién elegido presidente del Senado chileno y líder del PS Chile, Álvaro Elizalde, entregó al nuevo presidente la faja presidencial. Esto no sólo era un hecho previsto por la constitución, sino que, como muchas cosas en ese día, tenía un carácter simbólico; después de todo, el PS Chile había entrado en la campaña electoral con su propio candidato y sólo se había unido a la coalición informal en torno a Boric en las últimas semanas antes de la segunda campaña electoral.

Inmediatamente después de que el resultado de la segunda vuelta fuera claramente favorable a Boric, el PS emitió una declaración en la que se congratulaba del resultado y ofrecía su apoyo, que fue aceptado de buen grado. Así, el PS está bien representado en los puestos clave del nuevo gabinete: Antonia Urrejola (Asuntos Exteriores), Maya Fernández Allende (Defensa), Carlos Montes (Presupuesto), Mario Marcel (Urbanismo y Vivienda).

La candidatura de Boric fue originalmente apoyada por partidos de izquierda como Revolución Democrática, Convergencia Social, Frente Amplio, así como por el PC. Desde posiciones iniciales muy izquierdistas, Boric se desplazó hacia el centro-izquierda durante la campaña electoral y se distanció claramente de figuras autoritarias y antidemocráticas como el presidente Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua. En contraste, por cierto, con Lula, el ex presidente brasileño, que presumiblemente se presentará de nuevo en las elecciones presidenciales previstas allí en otoño.

Una reverencia simbólica a Allende

Las fuerzas y personas que llevan a Boric representan una nueva generación, familiarizada con el movimiento estudiantil y activa en los movimientos sociales, no sólo desde las manifestaciones masivas de octubre de 2019. Muy motivados, con buena formación, conectados con los movimientos sociales, decididos a cambiar Chile y romper con el neoliberalismo; y de una cordialidad impresionante, así se presenta el círculo íntimo y de amigos que rodea a Gabriel Boric.

Simbólica, además de las apariciones diplomáticas y protocolarias en Valparaíso, sede del Senado chileno, fue su entrada en el palacio presidencial de La Moneda el 11 de marzo. A su llegada a Santiago, Boric subió al Cadillac abierto en el que Salvador Allende recorrió Santiago tras ganar las elecciones en 1971. Después de desfilar en una formación de honor, con un aspecto muy prusiano en sus uniformes y gorras con espinillas, hizo un giro poco protocolario y se dirigió hacia la estatua de Salvador Allende para inclinarse ante ella. ¡Un momento de piel de gallina!

Forjar nuevas alianzas y evitar frustraciones

Su primer discurso como nuevo presidente lo pronunció desde una ventana del segundo piso de la Moneda, también en homenaje a Allende y con cada cita de Allende los vítores y aplausos, no sólo de la generación mayor sino de la más joven dispuesta a llevar y apoyar a este presidente, nieto simbólico de Allende.

En su discurso, Boric deja claro en qué quiere centrarse: una reforma fiscal y de ingresos justa, la integración de los pueblos indígenas, el freno a la delincuencia y la violencia en los espacios públicos, la migración y el clima. Y, por supuesto, una nueva constitución. También subrayó la importancia de la unidad del continente latinoamericano.

Al día siguiente, la Luna de Miel ya había terminado y las desavenencias en la dividida sociedad chilena eran palpables. La derecha, especialmente la ultraderecha en torno al perdedor Kast, hará tan pocos compromisos como los oligarcas, que creen que el país, su agua y sus materias primas, les pertenecen. Será importante, por un lado, forjar alianzas a pesar de la falta de una mayoría parlamentaria y de una coalición formal, y por otro lado, permanecer conectado a los movimientos sociales y canalizar las grandes expectativas y evitar las frustraciones.

La socialdemocracia alemana debe implicarse más en América Latina

Por eso Boric apeló al “nosotros”, a la cohesión de los chilenos. Por ello, el nuevo gobierno emprenderá una política de comunicación ofensiva, no sólo para la capital, sino para todo el país, desde la frontera peruana en el norte hasta la Patagonia en el sur.

Los partidos que la apoyan no están muy institucionalizados y tienen poca experiencia de gobierno, lo que supuso una ventaja en la campaña electoral para defender el cambio de forma creíble. Pero no funcionará sin aparatos, por lo que existe un riesgo de debilitamiento en la “sangría” de estos partidos, que está ligado al traslado de los actores principales al gobierno y a los puestos y funciones oficiales a nivel nacional y regional.

La socialdemocracia en Alemania y Europa debe buscar el diálogo e implicarse más en América Latina, también por razones geopolíticas. Al fin y al cabo, la nueva estrella del Sur podría formar un triángulo progresista con Petro en Colombia y Lula en Brasil, en un continente cuya importancia global se subestima con demasiada frecuencia en nuestro país.

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