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International Women’s Day

En el Día Internacional de la Mujer, participemos en la campaña #PressforProgress: el trabajo de cuidados como tarea de toda la sociedad

@ By UN WOMEN Pacific (IWD 2014: “I support women in leadership because…”) [CC BY-SA 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0)], via Wikimedia Commons

Todas las sociedades y todas las personas necesitan el trabajo de cuidados como una condición previa para que una sociedad pueda funcionar. El trabajo de cuidados, tanto para uno mismo como para otras personas, puede abarcar muchas áreas diferentes: prestación de cuidados, educación, crianza de los niños y, en muchas regiones, salud, vivienda, suministro de agua y electricidad, o producción de alimentos.

En gran medida, el trabajo de cuidados es asignado a, y realizado por, mujeres. Esta distribución no equitativa es una de las principales causas de la desigualdad entre los géneros, tanto en el mercado laboral como en el comercio y la industria. En algunos países, el porcentaje de mujeres con empleo remunerado está aumentando y se ha reducido la discriminación en la educación y en el lugar de trabajo. Pero la doble tarea del empleo remunerado y el trabajo de cuidados supone a menudo una carga excesiva precisamente para las mujeres. El trabajo de cuidados se distribuye de forma desigual entre mujeres y hombres, no se considera como una tarea de toda la sociedad y con mucha frecuencia no se lo contempla como un sector viable de la economía. Si bien ninguna comunidad o economía puede existir sin el trabajo de cuidados, la economía oficial no toma en cuenta esta ocupación. Sigue siendo un recurso invisible en la esfera privada.

Además, la “migración de cuidados”, una forma especial de división internacional del trabajo que contribuye a la redistribución del trabajo de cuidados principalmente entre mujeres de distintas regiones y orígenes sociales, es un aspecto importante de la crisis mundial de los cuidados. La OIT estima que existen aproximadamente cien millones de trabajadoras y trabajadores domésticos en todo el mundo, muchos de ellos empleados en forma ilegal, mal pagados y aislados de la sociedad.

No podemos analizar este fenómeno sin reconocer la dimensión de género. La migración laboral se está feminizando cada vez más: el 48% del total de migrantes internacionales son mujeres. Entre las mujeres migrantes, las trabajadoras domésticas constituyen uno de los grupos más grandes y más vulnerables. Muchas de ellas tienen hijos propios y padres que necesitan asistencia en su país de origen. Además, una parte importante de los cuidados se ubica en la economía informal, donde falta protección para los trabajadores – sea el acceso a un salario mínimo vital, licencia por maternidad y vacaciones pagadas o jubilación.

Las inspecciones laborales son esenciales para garantizar la protección de esos trabajadores y acabar con casos de esclavitud moderna. Celebramos que 14 países del mundo hayan ratificado el Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. Exhortamos a todos los demás estados a ratificar urgentemente el Convenio 189 de la OIT, a armonizar las legislaciones nacionales en consecuencia y a supervisar su implementación, incluida la presentación de informes paralelos por parte de la sociedad civil.

Además de estas medidas específicas para mejorar la vida de muchas personas dedicadas al trabajo de cuidados, es preciso establecer modelos viables de progreso que contribuyan a la igualdad de género y promuevan un reparto equitativo del trabajo de cuidados entre los géneros. Un concepto unidimensional de la economía destruye las bases sociales de nuestras sociedades. No solo necesitamos políticas sociales tangibles, sino además un cambio fundamental de perspectiva. ¿Cómo se puede distribuir el trabajo de cuidados en forma justa? ¿Cómo puede ganar reconocimiento, modernizarse y organizarse mejor? ¿Qué se puede hacer para incluirlo en los indicadores económicos y sociales y aumentar su “visibilidad”? Al plantear estas preguntas, el trabajo de cuidados se convierte en el punto de partida hacia una economía con mayor igualdad de género y sustentabilidad.

Los partidos progresistas, socialdemócratas y socialistas, junto con el movimiento mundial de mujeres, deben, por tanto, llevar adelante la lucha legal y social por la igualdad de derechos y oportunidades. Esta tarea exige nuestra atención en forma permanente. Por esa razón, la agenda política tiene que priorizar la igualdad de género en general, y más específicamente, en lo relacionado con un trabajo decente en el que el trabajo de cuidados se distribuya en forma justa entre los géneros. ¡Como personas progresistas nos comprometemos con esa causa!

El empoderamiento de las mujeres y la lucha por la igualdad de derechos, participación y oportunidades es una tarea central de la democracia social que constituye la esencia de nuestro movimiento y no está limitada por fronteras territoriales, religiosas y socioculturales.