Las desigualdades están al alza. Debemos combatir las causas de este círculo vicioso de raíz y procurar que el trabajo digno sea un principio básico en todo el mundo.
La realidad actual muestra que estamos lejos de conseguir este objetivo. El desempleo es endémico en algunas zonas y hay demasiadas personas subempleadas o que no reciben remuneración por el trabajo realizado. La gente de los países desarrollados y en vías de desarrollo han estado trabajando más por menos dinero y cada vez más personas (una mayoría abrumadora de mujeres) se han visto forzadas a ganarse la vida en lo que se ha dado en llamar la economía informal y la precariedad laboral, que las desposee de derechos laborales básicos y de toda seguridad social. Solo una minoría de trabajadores está protegida mediante convenios sobre condiciones salariales y laborales. Hay 170 millones de niños menores de 15 años trabajando en vez de ir a la escuela y en algunas regiones la esclavitud y los trabajos forzados son todavía una realidad. La crisis ha agravado especialmente la situación de la juventud en el mercado laboral.
Únicamente un sistema basado en la solidaridad y el respeto por los derechos humanos, como el consagrado en las Convenciones de la Naciones Unidas y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) puede poner freno a estas tendencias. Hacemos una llamada a nuestros gobiernos para que firmen tales convenciones, las apliquen con urgencia y adopten los principios del trabajo digno como piedra angular de sus estrategias y políticas de desarrollo sostenible.
Tenemos la convicción de que el trabajo digno es la clave para erradicar la pobreza, mejorar la vida de mujeres y hombres, estabilizar la economía, promoviendo un crecimiento sostenible y proporcionar a las personas la posibilidad de vivir en paz y dignidad. Por lo tanto, hacemos un llamamiento urgente a los responsables de tomar decisiones para que adopten medidas encaminadas a lo siguiente:
Concentrarse en crear empleo productivo y digno
Reafirmar la contribución que el empleo de calidad aporta a una economía sana y a la comunidad, aplicando estrategias de inclusión para el empleo productivo y a tiempo completo, también para las personas ocupadas actualmente en el sector de la denominada economía informal. Mantener políticas activas en el ámbito del empleo y el mercado laboral que enlacen la educación y la formación laboral a empleos dignos. Invertir en infraestructuras, educación y servicios públicos de calidad, entre ellos la economía del cuidado y la asistencia a enfermos o ancianos, para mejorar a largo plazo el potencial productivo y apoyar la transición a una economía de bajo carbono. Garantizar unos salarios adecuados para poder vivir mediante negociaciones colectivas o salarios mínimos dignos y también asegurando la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
Respeto a los derechos de los trabajadores
Los derechos de los trabajadores de formar sindicatos, organizarse en ellos y efectuar negociaciones colectivas con sus patronos son fundamentales para conseguir condiciones de trabajo dignas. Por ello todas las organizaciones internacionales, los gobiernos y negocios deben ponerse a la altura de sus responsabilidades y cumplir las leyes internacionales, independientemente del contexto político y económico. Este tiene que ser sostenido por provisiones legales y institucionales al nivel internacional.
Extender la seguridad social para todos
Introducir una seguridad social básica, tal como lo recomienda la Organización Internacional del Trabajo, e igualmente reforzar y ampliar los sistemas de seguridad social existentes para garantizar el acceso a las ayudas sociales, las pensiones, los seguros de desempleo, la protección a la maternidad y un sistema sanitario de calidad. Tales ventajas deberían ser accesibles para todo el mundo, incluidas las personas que trabajan en el sector de la economía informal (y sus familias) y en situaciones laborales precarias.
Ser conscientes del potencial del diálogo social
Los responsables de tomar decisiones y los actores sociales deben comprometerse a entrar en un diálogo social sólido y hacer un seguimiento de sus resultados y recomendaciones. Tal como ha quedado demostrado en situaciones de crisis, el diálogo social no solo contribuye a la paz social sino que además es un factor perceptible de estabilización de la economía y las comunidades.
Los principios guía que marcan las pautas para el trabajo digno no solo deberían aplicarse a nivel nacional. Deberían estar integrados en las políticas de los principales actores de la gobernanza económica y social de todo el mundo: Es preciso incluir en convenios comerciales mecanismos vinculantes que promocionen y refuercen el trabajo digno, entre ellos las leyes laborales fundamentales. Asimismo, el Banco Mundial, el FMI y la OMC deberían incluir como objetivo de sus respectivas políticas la consecución del trabajo digno.
El trabajo decente es el fundamento de una vida digna.
El trabajo decente es el fundamento de la justicia social.
Llamamos a la acción en favor del trabajo decente en todo el mundo.